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si tu ángel acude a la memoria,/ sombras son estos hombres/ que aún palpitan tras las malezas de la tierra; la muerte se diría/ más viva que la vida/ porque tú estás con ella,/ pasado el arco de su vasto imperio,/ poblándola de pájaros y hojas/ con tu gracia y tu juventud incomparables.
para el poeta la muerte es la victoria;/ un viento demoníaco le impulsa a la vida,/ y si una fuerza ciega/ sin comprensión de amor/ transforma por un crimen/ a ti, cantor, en héroe,/ contempla en cambio, hermano,/ cómo entre la tristeza y el desdén/ un poder más magnánimo permite a tus amigos/ en un rincón pudrirse libremente.
tenga tu sombra paz,/ busque otros valles,/ un río donde el viento/ se lleve los sonidos entre juncos/ y lirios y el encanto/ tan viejo de las aguas elocuentes,/ en donde el eco como la gloria humana ruede,/ como ella de remoto,/ ajeno como ella y tan estéril.
halle tu gran afán enajenado/ el puro amor de un dios adolescente/ entre el verdor de las rosas eternas;/ porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,/ tras de tanto dolor y dejamiento,/ con su propia grandeza nos advierte/ de alguna mente creadora inmensa,/ que concibe al poeta cual lengua de su gloria/ y luego le consuela a través de la muerte.
luis cernuda.- a un poeta muerto (f.g.l.)
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